Cómo planificar cuando vas a montar un negocio
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Ha llegado la hora de pasar de la teoría a la práctica. Has tenido un sueño–la idea de emprender–. Ahora tienes que planificar y dar pasos reales para materializarlo, despiezando todo en tareas con un calendario delante.
Muchos que no acaban de lanzarse ponen la excusa de que nunca encuentran tiempo. El problema es que si no le pones fecha a los sueños, los sueños pasan. Por ejemplo: ‘Voy a analizar a la competencia. Esto me va a llevar tres días. Búsqueda de un nicho. Me va a llevar día y medio. ¿Cómo puedo conseguir un desarrollador? Un día, etc.’ La clave está en ponerle fechas a las tareas y planificarlas por semanas, quincenas… según el tamaño de cada tarea”.
Y todo eso debes anotarlo en un calendario, imprimirlo y ponerlo en un sitio visible. Y, además, márcate cierre de tareas: ‘El día 12 tengo que haber acabado esto’. Es como si hicieras un proyecto dentro de tu trabajo, pero ahora es un nuevo proyecto fuera de tu trabajo.
Otro asunto que debes solucionar es: ‘¿Cómo demonios encuentro tiempo cuando mi día ya va superapretado?’. Analiza tus hábitos diarios para ver de dónde puedes conseguir tiempo. A medio y largo plazo, más que el tiempo global que le vas a dedicar a tu proyecto, es la constancia. Es mejor que todos los días le dediques un rato a tu proyecto, aunque sea media hora.
AVANCES DIARIOS
Y eso es así, para garantizar avances diarios y que veas que eso va evolucionando, que estás con el proyecto todos los días, porque, al igual que con un hijo, es importante que tengas roce diario con él. Trabajar sólo los sábados o los domingos puede ser una opción, pero no es la más recomendable. Es mejor dedicarle 20 o 30 minutos todos los días de la semana que cuatro horas un sólo día. La clave es la regularidad y la constancia, para verlo crecer y animarte con ese desarrollo. Necesitas pasar tiempo con el proyecto para enamorarte de él. Si pasan las semanas y no notas pasión, pierdes fuelle y, si eso pasa, se acabó el proyecto.
Márcate fechas de cierre. Un truco es fijarte fechas de cierre ficticias. Por ejemplo, si has acordado en tu planning que el 1 de noviembre lanzas el proyecto, en tu organización interna debes cerrar el proyecto a finales de octubre, porque siempre surgirán imprevistos. Si pasa algo por el camino contarás con un colchón de tiempo. Es recomendable dejar ese margen de maniobra. Si sabes que tienes hasta tal fecha, acabas relajándote. El retraso es muy desmoralizador, sobre todo, si dependes de terceros.
¿Cómo combatir las excusas que te impiden avanzar? Con una evaluación constante. Con el paso del tiempo, los emprendedores pierden la capacidad de pararse al final del día o de la semana y preguntarse: ‘¿Qué tal va?, ¿cómo estoy trabajando?, ¿qué he hecho bien y mal?, ¿qué me falta?, ¿por qué no he llegado a mis objetivos?, etc.’ Se honesto contigo mismo y pregúntate: ‘¿Por qué no he tenido tiempo o no he hecho tiempo para mi proyecto?’ Y si no has hecho tiempo, ¿es tan importante para ti? ‘Llevo tres meses y no he avanzado, ¿por qué? ¿cuál es el cuello de botella? ¿soy yo o un tercero?’.
LA GESTIÓN DE TU YO INTERIOR
Introspección. Eso es lo primero que debes hacer. Cuando una persona sufre un despido, empieza a vivir una especie de montaña rusa de las emociones. Pasará por un momento de negación (‘Esto no me está pasando a mi…’), de frustración y decepción (‘No sirvo para nada…’), de miedo (‘¿Y ahora qué voy a hacer?…’), es decir, por todos los sentimientos negativos imaginables.
Una vez que sale de esa situación, como todo proceso de ‘duelo’, debe plantearse ahora: ‘¿Qué voy a hacer?’, ‘¿buscar más de lo mismo?’, ‘¿reorientar mi carrera o emprender?’ La persona que no lo tiene claro encauza mal esa búsqueda. Es importante hacer un ejercicio importante de introspección y pensar qué es lo que quiere hacer y cómo lo va a hacer.
Averigua cuánta pasión tienes por tu proyecto, porque no todo el mundo está capacitado para emprender. Hay mucho romanticismo. Y de esa idea romántica a la realidad hay mucho camino por recorrer de esfuerzo y sacrificio. Hay tres patas que debes tener para emprender: conocimientos técnicos (no confundir con informáticos), conocimientos comerciales para saber vender tu idea y conocimientos de gestión, no sólo de equipos, sino de estrategias, problemas, tiempos y tareas.
TUS COMPETENCIAS
Una competencia básica es el espíritu luchador para no pararse ante un ‘NO’. A la persona que no está preparada para dedicarle horas, esfuerzo, perseverancia, sacrificio… le llegará un momento en el que se desinflará y abandonará. Otra competencia es la flexibilidad que posibilita adaptarse de forma rápida y muy ágil a entornos cambiantes. Otra competencia tiene que ver con la creatividad y la innovación en cualquier campo. Y también la capacidad para tomar decisiones y asumir que habrá riesgos.
Fuente: www.emprendedores.es