Pymes: En la ruta del 2022
Por Rodrigo Bon, director ejecutivo de PROPYME.
En nuestra columna pasada, expusimos el valor de pensar a la Pyme en 50 años, incluso más allá, con el objeto de preparar los mejores escenarios para las futuras generaciones.
En esta ocasión, planteo los objetivos de la Pyme para el 2022, que posiblemente esté marcado por las incertidumbres. Pero con una infinidad de oportunidades por descubrir y explorar.
La mayoría de las personas está consciente de que hoy nos desenvolvemos en un momento del cual todos somos protagonistas y del que deseamos salir transformados, con el fin de lograr una sociedad más comprometida e inclusiva. Este sentir no está ajeno a las Pymes, que se caracterizan por su optimismo y coraje ante la adversidad. Además, por su empatía, colaboración y resiliencia, que han desarrollado en el ecosistema. Por algo las Pymes son el lugar de trabajo de la mayoría de las familias. Por algo se les identifica por su rol social, cultural, histórico, emocional.
Desde esa capacidad de la Pyme de ponerse en el lugar del otro, nace el primer objetivo, que debe fijarse nuestro ecosistema, de recuperar a las pequeñas empresas caídas y que deseen reemprender. No por solidaridad, sino porque todos nos necesitamos y requerimos sus experiencias.
Segundo objetivo es trabajar con más ahínco las alianzas y las redes colaborativas, para alcanzar metas más altas, que nos beneficien como país.
Tercero, la sustentabilidad. Tenemos una responsabilidad ante las siguientes generaciones de dejarles un mundo medioambientalmente sano. Muchas Pymes han incorporado en sus estrategias el triple impacto y han adherido al cumplimiento de la Agenda 2030. Pero se necesitan que todas integremos prácticas de ahorro, austeridad, reducción de la huella de carbono y de la huella hídrica. En este sentido, la economía circular se ha erigido como un modelo muy eficiente para esta misión.
Cuarto, la innovación es un imperativo de las últimas décadas para todas las empresas, con el fin de lograr mayor competitividad. Es una fiesta a la que hay que invitar a todos los trabajadores. Existen cursos y charlas gratuitas que muchas organizaciones ofrecen en el ecosistema. Con pequeños ejercicios, se puede desarrollar un músculo que a la larga nos ayudarán a afrontar desafíos.
En el mismo sentido, la transformación digital de todas las Pymes se observa auspicioso, debido a las ventajas y oportunidades que la digitalización brindó para la continuidad de los negocios, durante la pandemia, pero sin duda quedan muchas tareas pendientes con todos aquellos que por diversas razones no han logrado incorporar en sus quehaceres el cambio cultural que les pueda llevar al siguiente nivel de sus negocios.
Quinto, la inclusión es un desafío muy pendiente y tal vez el más difícil de realizar, pero no imposible. Las personas, mal llamadas discapacitadas o de capacidades diferentes, necesitan espacios laborales y de emprendimiento donde desarrollarse. Incluso, deben haber muchas empresas lideradas por personas o familias que necesitan apoyos especializados. Debemos buscar o crear protocolos, acuerdos y todas las acciones pertinentes para escucharlos e integrarlos. Porque el crecimiento de un país debe ser equitativo, inclusivo y digno para todos.
Sexto, la capacitación. Hemos apreciado varios esfuerzos estatales y privados para la educación continua, perfeccionamiento y acreditación de las competencias de los trabajadores. No obstante, aún falta más articulaciones y cumplir las sugerencias de instancias, como la Comisión Nacional de la Productividad.
Séptimo, el acceso al financiamiento, uno de los principales dolores del ecosistema. Debemos promover aún más la participación de entidades no bancarias y modelos como el crowfunding y otros que permitan que las Pymes obtengan el capital de trabajo necesario para iniciar el negocios, fortalecerlo y escalarlo.
Octavo, el perfeccionamiento de la ley a 30 días. El 2018, las Pymes alcanzaron el antiguo anhelo de que se regulara la cancelación de sus facturas, en un plazo prudente. Ahora se necesita perfeccionarse y seguir abreviando los tiempos en que se les paga a las Pymes. Una realidad poca conocida es que la Pyme debe cancelar a sus proveedores el 50% por adelantado y el resto contraentrega. Por lo tanto, deben recibir el pago de sus bienes y servicios, bajo las mismas condiciones. La buena noticia es que los candidatos presidenciales han afirmado en debates la necesidad de mejorar esta ley. Hay una mayor conciencia de la sociedad en general sobre esta problemática y un apoyo real a las Pymes.
Noveno, seguridad laboral. El flagelo del Covid-19 nos obligó a todos a mirar nuestros entornos ocupacionales, ya sea en las instalaciones de las empresa o en los hogares o en los trayectos. Debemos reforzar siempre la cultura de prevención para una sociedad más sana y que aporte en uno de los principales rezagos de las Mipymes, la productividad.
Por último, celebrar. Son muchas las obligaciones que siempre nos planteamos. Sin embargo, los esfuerzos necesitan oxígeno, agradecimientos y momentos de comunión. Por ello, debemos instalar espacios para conmemorar, reflexionar y festejar por lo que se ha logrado.
Bienvenido 2022.