Las redes sociales y su tiempo de expiración
Como las burbujas. Así pasa con el consumo de redes sociales en general. De un soplo se elevan, muestran su espectro infinito de color y brillan, acaparan el centro de atención, pero incluso antes de llegar al suelo, sencillamente revientan. Y esto es rápido ya saben, una burbuja tarda máximo 20 seg en ponerle fin a su existencia. Las curvas de consumo de redes sociales igual, diría que hoy sólo secundan a las variaciones abrumantes y temerarias de las criptomonedas. Esta es una historia con peligros de extinción e incipientes renovaciones.
Por Natalia Vidal Toutin.
Hey Instagram, la gente se aburrió de las fotos. De publicarlas, de compartirlas, de mirarlas y consumirlas. ¿Qué hacemos al respecto?
Disculpe, celebrity, influencer, persona que acumula seguidores, sabía usted que la gente también se aburrió de los estereotipos aspiracionales. De seguir consejos, de la delgadez, de las vidas perfectas, de la plasticidad, de chismear con la vida de otros, de enaltecer seres comunes y corrientes y celebrar a quienes no tienen realmente definido un talento que celebrar.
¿Sabrán ustedes también emprendedores y community managers que la gente está además cansada de las citas y frases célebres? Que se aburrieron del “cree en ti mismo”, de Sócrates, Freud, Platón, Gandhi y Jobs, se aburrieron del mismísimo Jesucristo y su generación ya extinta de teocentrismo.
Creadores, creativos y entusiastas, lamento informarles que esa gente también se aburrió del contenido. Se aburrió de los remitentes de dudosa reputación, del boom explosivo de los expertos sin título ni certificación, de la falta a los derechos de autor, de los copy/paste, de no saber de fuentes fidedignas o procedencias, ni de si lo que lee merece sus minutos de atención.
La buena noticia es que hoy la gente aún no se aburre de reír, aunque eso tenga sus días contados, funciona por estas semanas, ¿quién sabe hasta cuándo? Parece ser que en el camino del consumidor contemporáneo o moderno de redes sociales y en todas ellas, consume humor y entretención, en todos sus formatos. Esto les adelantó será una conclusión personal, pero es muy posible que los usuarios de redes sociales quieran en nuestros días consumir escape. La desconexión en el mundo que pobla el siglo XXI es realmente una hazaña. Si hace décadas no imaginábamos la forma en que pudiésemos comunicarnos instantáneamente con personas en otros países, resulta ser que hoy lo difícil es escapar de esa posibilidad y no caer en la trampa que ella nos pone: el círculo vicioso del consumo de adiposo y pegote de información tendenciosa, estereotipante y propulsora de los creadores de la era digital.
¿Es toda la info que está disponible en redes sociales una pérdida de tiempo o un producto de absoluta desinformación? No, por supuesto que no. Pero lo difícil es distinguir, cuando son las mareas las que mandan.
Hace unos años un tsunami de alta graduación acabó sepultando la onda ascendente del gigante de Zuckerberg Facebook, hasta agotarle el agua y dejarlo en una árida orilla de mar que lo llevó a migrar, cual hombre nómade, hacia otras áreas de incipiente luz para alojar ahí su nueva máquina de acumular datos y reunir recursos para la bolsa. Satisfacer a los inversionistas y seguir estando de moda. ¿Qué fue ese tsunami? Una violenta reacción en masa. Un boca a boca jamás antes visto de modificaciones conductuales. “Facebook ya no la lleva” y punto. “Yo uso Instagram”. Millones de personas entonces, siguiendo a una masa no regida especialmente por motivos, sino literalmente por modas que se mueve sólo para pertenecer al grupo que migra y no quedar fuera de la gran comunidad global que ofrecen estas app o plataformas.
No han pasado siglos ni abultadas décadas desde que eso ocurrió y hoy nuevamente nos enfrentamos a otro fenómeno digital de proporciones. Instagram muere. Lo está haciendo lentamente, mientras sus padres y creadores tratan de rescatarle de lo que todos anuncian son sus días contados. ¿Qué fenómeno es este? El del aburrimiento. De las fotos, de los influencers, de la sobreinformación, de la propaganda, de la desesperación en la implementación de herramientas nuevas.
Este tremendo movimiento de placas se está produciendo y aunque no podemos predecir su devenir porque en él influyen muchos factores y hay tantísima gente tratando de implementar misiones de salvataje, parece ser que en las napas subterráneas ya hay alguien que ha identificado lo que un usuario quiere hacer con su tiempo libre. ¿Sí estoy hablando del metaverso? No lo sé, es muy pronto para los vaticinios. Podría, ya hemos visto a Zuckerberg migrar y adaptarse, pero este no ha sido particularmente un buen comienzo.
Lo interesante es lo que pasa con Twitter, hoy tan bullado por Elon y sus excentricismos. Twitter no se mueve con tal nivel de turbulencia. Sube, baja, se estanca, pero navega. No he visto a Twitter estrellarse. Por el contrario, he visto consolidar su plataforma como una herramienta de información al instante, como un termómetro de contingencias, como un identificador de tendencias y también como moderador. Pareciera ser que Twitter tiene a los big bosses y referentes, Twitter es el placer culpable de los sabiondos, eruditos o de los realmente conectados. Twitter es de los que consumen instantaneidad y contingencia. Y ese hackeo está más difícil de arrasar.
Pero vámonos por último al rey de los reyes del momento. El único monstruo chino que entró a competir en social media y se comió el consumo de material audiovisual de corta duración, tanto así que dejó atrás historias, creó su copia feliz del edén en reels de instagram, consiguió habilitar una nueva sección de videos con estas características en Youtube y tiene millones de usuarios a nivel mundial pegados a su pantalla por más tiempo del que nunca Instagram ni Facebook pudo imaginar. Señoras y señores, vivimos en la era de Tik Tok, y esto no es novedad para los de mi rubro. Lo que sí lo es, es cómo evaluar estos cambios conductuales, cómo identificar las necesidades y expectativas de la audiencia y frente a estos datos y a esta historia concluir lo que efectivamente cautivará las miradas de nuestro público objetivo y les generará un valor real, sea en la plataforma que sea, sea en el formato que sea.
Si esto ocurre, seguro vamos arriba de la ola de una próxima aparición para los consumidores y esta vez, seremos los primeros.