Motivación extrínseca
Beneficios que animan
Aunque la motivación interna es el motor principal de todo lo que hacemos, existen también otros tipos de actores que pueden ayudarnos cuando ésta flaquea. Incentivos, premios, regalos o bonos son también llamados como Motivación extrínseca. Sus resultados son bastante efectivos, sin embargo se debe saber equilibrar ambas para no convertir la labor diaria en una obligación tediosa o como solamente un fin para obtener algo más.
Javier sale de clases más radiante ese día. Es viernes y mediodía, sin embargo la razón de su felicidad no se debe solamente al fin de semana: Ganó el cuidado de Pupito, el oso de peluche y mascota del curso, que se va todas las semanas con el mejor portado del curso. Con esmero, no se separa de él durante todo el fin de semana y el lunes comienza su semana escolar mucho más feliz y motivado. Ese mismo día, Jorge llega a su trabajo y recibe la flamante noticia: Es uno de los convocados al viaje anual a Cartagena de Indias de la empresa. ¿La razón? Su estupenda evaluación.
Ambos ejemplos distintos pero que convergen en un mismo punto: La motivación. Y es que un oso de peluche puede causar el mismo impacto que un viaje al Caribe o regalos y premios varios. Se trata de motivación y, a diferencia de la que nos acompaña intrínsecamente, hablamos de motivación extrínseca, es decir, puramente externa.
Enemigos de la inercia
Es cierto, el primer día de trabajo o clases nos resulta fascinante. Un mundo nuevo por descubrir lentamente se comienza a volver tedioso y cuesta arriba. Y es que, el ir y venir del día a día terminan sumergiéndonos en la inercia y actuar rutinario, cuna de la desmotivación o la realización de un trabajo, de manera mediocre y solo por cumplir.
Es aquí donde hace su aparición la motivación extrínseca, como una suerte de salvación para sacar al trabajador o estudiante de este letargo, mediante una inyección de energía altamente necesaria.
En este sentido, se intenta despertar el interés motivacional mediante recompensas externas, que van en el orden del dinero, regalos o premios. Es aquí donde la motivación de las personas se convierte en algo ajeno a ellas o a la propia acción – trabajar por ejemplo – sino que su atención se centra en conseguir el premio o la promesa ofrecida.
A corto plazo se trata de un elemento beneficioso, ideal para épocas como fines de semestre o de año, cuando la cuota laboral es mayor o más pesada, no obstante no es aconsejable recurrir a ella constantemente o varias veces en un tiempo corto. Esto, por una sencilla razón: Al obtener la recompensa la motivación desaparece, ya que la actividad no es el fin en sí mismo. Por ende, se necesitará estar constantemente repitiendo la operación para tener gente motivada.
En este sentido, cuando el premio resulta extrínseco en lugar de intrínseco, el rendimiento personal disminuye. Esto es algo que está sucediendo frecuentemente en nuestra sociedad hoy.
Las últimas décadas han estado marcadas por la valoración de otro tipo de incentivos tales como descansos, premios y bonos, dejando el factor económico como algo predominante.
No obstante, este panorama no es totalmente desalentador, puesto que diversos estudios coinciden en que un trabajador o estudiante motivado – sea cual sea la manera – tendrá mayores posibilidades de continuar entusiasmado y cosechando buenos resultados.