¿Recursos o Voluntad para la Igualdad?
Por Catalina Pardo, Gerente de Apparcel Uriarte Abogados
A pesar del crecimiento en la participación femenina en el mercado laboral en las últimas tres décadas, aún estamos lejos de igualar la de los hombres. La tasa de participación laboral femenina en Chile es de aproximadamente 51%, en comparación con el 70% de los hombres, lo que deja una brecha de 19%. Esta disparidad representa un desafío para el crecimiento económico del país.
Impacto Económico de la Participación Femenina
El Banco Central proyecta un crecimiento económico de solo 1,8% para 2025, una cifra baja que invita a explorar formas de estimular la economía. Un estudio de Clapes UC estima que cada aumento de un punto porcentual en la participación femenina podría incrementar el PIB en un 0,5%. Incorporar al 10% de las mujeres que no participan en el mercado laboral podría elevar el PIB en un 5%.
Barreras para la Participación Femenina
Una de las principales barreras es la dificultad de conciliar el trabajo con el cuidado de los hijos, una razón por la que más de un millón de mujeres no trabaja. La falta de políticas de apoyo, como la Ley de Sala Cuna Universal, es un factor clave. Esta ley, aún en el Congreso, podría liberar tiempo y capacidades para que muchas mujeres se reincorporen al mercado laboral.
La Ley de Sala Cuna Universal: Un Impulso Necesario
La Ley de Sala Cuna Universal busca proporcionar un espacio seguro para el cuidado de los niños, facilitando la incorporación femenina al trabajo y permitiendo que las mujeres puedan desarrollarse profesionalmente. Esta inclusión no solo diversificaría habilidades y perspectivas, sino que también impulsaría la productividad e innovación del país.
Políticas de Corresponsabilidad
Aumentar la participación femenina también requiere políticas de corresponsabilidad en el hogar, de modo que tanto hombres como mujeres compartan las responsabilidades del cuidado familiar.
¿Recursos o Prioridades?
Potenciar la participación laboral femenina es una cuestión de equidad y una herramienta clave para reactivar la economía. Entonces, surge la pregunta: ¿Qué falta para implementar políticas efectivas que impulsen la participación femenina? ¿Es un tema de recursos o de prioridades?